viernes, 20 de julio de 2012

¿Es posible cambiar?

Yo creo que sí, de hecho todos cambiamos en nuestra vida, el proceso hace que conforme vayan cambiando nuestras circunstancias, cumplimos años… cambiemos aspectos de nuestra vida. Ese, bajo mi punto de vista, es el cambio inconsciente, uno va cambiando casi sin darse cuenta, se deja llevar por la vida y va modificando ciertas conductas o hábitos.

En el cambio inconsciente, generalmente se produce lo siguiente:

1.   Nos adaptamos a lo que esta sucediendo y por tanto matizamos nuestro pensamiento no creando repulsa y evolucionando o por el contrario…

2.   Nos sentimos cada vez más identificados con nuestro pensamiento y lo vamos radicalizando, eso comporta que cada vez seamos más cerrados. En muchas ocasiones utilizamos la excusa de la edad diciendo: “yo ya tengo muchos años y pienso…”

Lo comentado en el segundo punto comporta, el cerrarse a nuevas experiencias, evitar la evolución en un determinado aspecto y a no cuestionarnos, como consecuencia,  pensamos que tenemos la verdad, cuando en realidad, lo único que tenemos es una opinión radicalizada.

El cambio consciente,  es mucho más difícil que el inconsciente, porque en este caso supone un gran esfuerzo. Tuve la ocasión de hablar con una psicóloga que me comentó lo siguiente: “Las personas piensan que son de una u otra manera y que no pueden cambiar, pero la realidad no es así, gran parte de como actuamos y como somos, viene determinado por nuestra educación, nuestras experiencias, nuestras amistades, por lo que hemos vivido en casa… por tanto, mucho lo hemos aprendido y de la misma manera que hemos aprendido a actuar o a comportarnos de una forma determinada, también podemos aprender a actuar o a comportarnos de otra distinta, lo que sucede es que cambiar una manera de actuar o pensar que te ha acompañado gran parte de tu vida requiere de mucho esfuerzo, tesón y conciencia de querer hacerlo.”

Las claves están en hacer los cambios que nos sean más fáciles de conseguir y alegrarnos una vez lo hemos conseguido, no identificarnos “tanto” con nuestra manera de pensar, cuestionarnos de manera objetiva, sin ser duros con nosotros mismos y adaptarse a las situaciones que nos toquen vivir y que no podamos cambiar.

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